Como un “Reflejo de Luz: Caballo” es una obra de Arte Animalista, donde se intenta mostrar la fascinación y admiración que los seres humanos tienen por estos nobles animales a lo largo de los siglos.
 
Cada diseño artístico en nuestra galería es pensado y seleccionado para cumplir un propósito de confort y bienestar a quienes los adquieren, exhiben u observan.
 
La representación de caballos en la pintura se remonta a miles de años atrás, con pinturas rupestres en cuevas prehistóricas que muestran a estos animales como parte de la vida cotidiana de la época.
 
El cuadro es la representación de su historia mitológica con el mismo nombre. Nos recuerda que la belleza y la divinidad están presentes en todas las criaturas del planeta. Si quieres saber más, acá te la compartimos:
 
“En lo más profundo del bosque, entre árboles centenarios y flores silvestres, vivían dos caballos de raza pura y belleza incomparable. Se llamaban Luna y Sol, y su pelaje relucía como si estuviera bañado por la luz del sol.
 
Luna era una yegua blanca como la nieve, con ojos azules que brillaban como estrellas en la noche. Su melena era tan larga y sedosa que parecía ondear al viento como las olas del mar. Por otro lado, Sol era un imponente caballo alazán, con una crin dorada que parecía arder como el fuego del sol.
 
Ambos caballos vivían en armonía con la naturaleza, recorriendo los senderos del bosque y bebiendo del río cristalino. Eran inseparables, siempre juntos en todo momento, compartiendo sus alegrías y sus tristezas.
 
Un día, una extraña luz comenzó a brillar en el cielo, iluminando el bosque con un resplandor dorado. Luna y Sol sintieron una energía diferente en el aire, una sensación de grandeza y divinidad que los llenaba de asombro.
 
Fue entonces cuando, en un acto de pura magia, los dos caballos vieron su reflejo en el río y se dieron cuenta de que eran más que simples animales. Eran criaturas extraordinarias, llenas de luz y vida, con el poder de conectar con la naturaleza de una manera única.
 
Luna y Sol comprendieron que su belleza y su esencia provenían de la misma fuente de luz divina que brillaba en el cielo. Se miraron el uno al otro con admiración y gratitud, sabiendo que estaban destinados a ser guardianes de la naturaleza y a llevar la luz a todos los rincones del mundo.
 
Desde ese día, Luna y Sol se convirtieron en leyendas vivientes, adorados por todos los seres del bosque que los veían como seres enviados por los dioses. Su reflejo de luz iluminaba el camino de aquellos que se perdían en la oscuridad, recordándoles que la belleza y la divinidad están presentes en cada criatura de la Tierra”.
 
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